Sombreros en las paredes y adornos de papel brillante en el techo:
violeta, dorado, rojo, dorado, violeta.
San Lázaro está entrando.
De repente recordé que solo su trono y el de Elegguá
recrean el monte.
Acaso el monte es el inicio simbólico del tiempo, de los ciclos, del camino y sus vericuetos.
El inicio del espacio es el resguardo.
Resguardo de la puerta con cuadrados de colores.
Hay alegría en San Lázaro.
Una alegría que nace de la humildad.
Alegría de la espera.
Yo llegué aquí por varias manos.
Y por un corazón gigante pintado en un pullover blanco que parece abrazar a su dueño y a todos alrededor.
El muchacho que lo lleva tiene la voz más clara.
Parece que canta su boca pero realmente canta el corazón gigante.
Los chequeres reían desde el suelo.