Este río no se puede cortar.
No murmures: “Esto sí, aquello no”.
No pienses: Aquello sí, esto no.
No abras las arterias del torrente
con la mera intención de estar a salvo.
Nadie lo está.
Por ellas escapará la corriente
arrasando con todo lo plantado.
Es imposible dividir lo indiviso.
Eres la hoja que observa.
Sigue el curso del agua, fluye
detente cuando peses más que ella.
Si es preciso, húndete.
Pero no elijas.
¿Por qué optar entre dos confusiones?
Ernesto González