Me declaro en bancarrota.
No porque me haya sentado un rato a disfrutar el paisaje. Y el soporte de madera me dejó en banda y terminé en el piso, y lejos de levantarme, me quedé entre la madera rota.
Sino que quebró mi economía imaginaria. Me quedé sin sabios pensamientos y sin creatividad monetaria.
¿Y ahora qué puedo comparar?
Se subió una mantis a un colibrí y voló en dirección a la montaña de hormigas que se comió mi planta. La flor no se irguió ante el sol hoy; otra vez se desplomó de sed.
Yo sé que eso no vale una sonrisa, pero por ahí sí encuentro una oferta…
Yo sé que eso no vale una buena salud y comer pan con dulce de leche.
Pero qué sé yo. A veces se usan las palabras para eso también.
No te quiero contar, pero me siento en la obligación: vinieron a pedirme paz las liebres y los zorros. Vinieron a darme energía las luciérnagas. Me reí mucho con las nubes que me hacían burla. Y yo no pude darles nada más que un suspiro de atención.